Photo by Cristian Newman on Unsplash
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Un día 3 de diciembre, día del médico, llego una paciente mía, una señora viejita, muy viejita en un patrullero de la policía. Los policías la ayudaron a bajar con mucho cuidado mientras caminaba con dificultad con sus dos bolsas, una en cada mano. La acompañaron hasta la puerta del hospital y se quedaron esperándola hasta que ingresó. Esta situación alteró a toda la población médica que vaticinábamos una mala noticia. La hicimos pasar rápidamente a mi consultorio. Cuando le pregunté cómo estaba de la rodilla ya que hacía un tiempo que la había operado, me contestó – Si acá me trajeron mis amigos del CAP y vine a traerle estas empanadas caseras de dulce de cayote hechas por mí. Resulta ser que la viejita tenía una relación de conveniencia mutua con la policía, todos los días ella les convidaba con unos mates, tortas fritas y diversas mermeladas y como atención los policías la llevaban a la farmacia, a hacer las compras y al hospital, dada su lenta recuperación para caminar.

Muchas veces la viejita volvió a mi consultorio y aunque ya estaba totalmente recuperada, los policías de la CAP la seguían trayendo. Como muchos viejitos que atendía en esa época venía con más ganas de que le prestaran el oído que otra cosa. Cuando le preguntaba que la traía por aquí, me decía que ya no se acordaba bien porque había venido, pero que ya se sentía mejor. Si bien venía con alguna dolencia que la aquejaba, porque a cierta edad sin no te duele algo es que estas muerto. En realidad creo que buscaban una excusa para charlar porque muchos de ellos están muy solos y parte de la cura esta en eso que muchas personas no logran comprender. Hay personas que tienen mucho para dar, pero no tienen a quien.

Cuento esta anécdota ahora que estamos en cuarentena, encerrados y pienso mucho en los adultos mayores, que están solos y que son la población que está en mayor riesgo con la pandemia del Covid-19. La importancia de lo afectivo para la salud mental, los vínculos cotidianos, charlar con el diariero, con el del almacén, las conversaciones simples con los amigos y familiares que son la clave para el buen vivir.

Historias del Camboyano…

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