Ayer me pasó que fui a cargar nafta a la estación de servicio. Comencé a charlar con el playero (1). No sé cómo la conversación derivó en la pregunta de si era posible un divorcio en buenos términos. Me comentó que él era un ejemplo de que si se podía. Que en el divorcio acordaron con su mujer “no le vamos a dejar la plata a los abogados”. Ahí se unieron y arreglaron un muy buen acuerdo.

El playero me siguió contando: Como le voy a desear el mal al alguien que quise mucho y que aún quiero. Por más que la cosa no haya funcionado. Es más la semana pasada mi ex me comentó que le estaba yendo mal en su negocio y le pude dar 100.000 extras. Me agradeció y me dijo que me los iba a devolver. Y le dije que no, que yo quería que le vaya bien. “La dejé de cara”. Es la madre de mis hijos. Yo quiero que sea feliz, por ella y para que mis hijos se críen en un ambiente sano, que vea que su madre está contenta. Esa es una de las mejores formas de educar también, educar en felicidad, no? Eso me dijo. No podía creer la conversación que estábamos teniendo.

Luego se sumó a la charla un segundo playero (2) que estaba escuchando y contó que él había tenido un divorcio espantoso, que recién después de 4 años pudo mejorar su vínculo con su ex. Se armó casi una charla de terapia que era delirante por momentos. El tiempo pasaba, ya había llenado el tanque varias veces…pero no importaba, la charla era apasionante. Cada tanto me fijaba de re ojo que no hubiera otros autos esperando.

El playero 1 contó: Es más te voy a contar un secreto, tan bien nos llevamos que cada tanto, tenemos nuestras historias y me guiñó el ojo. Nos reímos cuando entendimos a que se refería. La charla se terminó cuando el segundo playero (2) dijo: “eso de andar llorando por amor, no va. Nadie muere de amor”. Esa fue la frase final que hizo que me bajara del auto y le diera un abrazo. Se sumó el primer playero (1) y fue un abrazo de a tres, totalmente ridículo. Si hasta los dos autos que se habían empezado a acumular en la fila, no apuraron ni tocaron las bocinas, se dieron cuenta que algo importante estaba sucediendo.

Gracias, gracias por esta charla concluí y me subí al auto. Antes de arrancar el auto les dije: Un día con una buena charla ya sea con tu esposa, tu compañera, un amigo o con un desconocido o quien sea, te salva el día. Hoy me salvaron el día muchachos, les dije y me fui de la estación de servicio tocando la bocina.

Una historia camboyana.

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